jueves, 4 de julio de 2013

Te invito a una copa

Ahora que estamos en verano es el momento ideal para tomarse algo refrescante. Te propongo una bebida que seguramente no has probado, pero que ya no tienes excusa de no probar porque que te voy a decir cómo se prepara.

Ingredientes:

- 3 o 4 limones (o limas dulces).
- 3 o 4 cucharadas de azúcar moreno (según lo quieras más o menos dulce).
- 35-40 gr de jengibre fresco.
- 1/2 litro de agua fría (a ojo).


Lo primero que haremos será quitarle la piel al jengibre y luego lo cortamos a trozos. Añadimos un poco de agua y lo licuamos con la minipimer o la batidora, lo que mejor venga. Pasamos por un colador y mezclamos con el zumo de los limones, el azúcar, el resto del agua y servimos en un vaso con mucho hielo.
El detalle "cute" es ponerle unas hojitas de hierbabuena para decorar.


Esta bebida es apta para todo el mundo que tolere el picante, ya que el jengibre lo es, aunque en las proporciones adecuadas no es un picor que moleste en absoluto.

Si te parece muy light le puedes añadir un chorrito de ron, que es lo que hago yo a veces, el resultado es impecable.

El jengibre (Zingiber officinale) tiene propiedades terapéuticas y en casa nunca ha faltado. Mi madre siempre me preparaba un cocción de jengibre con limón y miel para los resfriados, muy agradable de beber en invierno, y para los trastornos estomacales también sienta estupendamente.
Otra utilidad que se la ha dado en casa ha sido para tratar náuseas y mareos, en este caso, masticando en crudo un trocito pequeño.

Como ves, además de refrescarte, tu cuerpo te lo agradecerá, pues también contiene antioxidantes, así que tienes una bebida agradable y con efectos saludables.

Chinchin.

miércoles, 12 de junio de 2013

Mala pécora en Villaserpiente. Día 1

Me pediste que escribiera un libro. Debes ser la única persona en el mundo que tiene tal fe ciega en mí, y sólo puedo corresponderte con mi sincero afecto. Este blog es para ti (no creo que nadie más tenga interés en leerlo, pero quien quiera es bienvenido asumiendo sus propios riesgos). No sé por qué te gustan mis paridas y mis incontinencias mentales, sólo sé que siempre estás cuando te necesito. 
Mientras llega el libro, si es que llega, te dedico este espacio, soul sister. No pienso fumigar nuestro jardín, aquí nacerá silvestre y a su libre albedrío todo lo que tenga que nacer, crecer y morir naturalmente. Los pulgones me lo agradecerán...

Pécora (del latín pecora): res o cabeza de ganado lanar.

Mala pécora: 
1. f. coloq. Persona astuta, taimada y viciosa, y más comúnmente siendo mujer.
2. f. coloq. prostituta.


Mala pécora en su hábitat

Tú ya me conoces, pero quien aterrice por aquí accidentalmente merece una explicación: descubrí que era una mala pécora por pura casualidad un día que, estando estropeado el coche, tuve que hacer uso del autobús del pueblo. No se me ocurren dos sitios mejores para ampliar el conocimiento sobre el ser humano como colectivo que un autobús o un ambulatorio de pueblo.
Bien, el caso es que en el autobús iban unas cuantas señoras de cierta edad parloteando alegremente sobre la actualidad rosa, el desgobierno de turno y el hijito de mamá.
El hijito de mamá (relatado orgullosamente por su madre) resulta que era lo más cercano a un cheque en blanco al portador. La gallina enumeraba orgullosa ante su público todo lo que su pollito era capaz de hacer gracias a sus sabias enseñanzas: "Mi nene sabe cocinar que es un primor, plancha como ninguna, él solito se lava su ropa, tiene todo ordenado como le enseñé..."

Estuve tentada de levantarme y pedirle el número de teléfono de su nene, mientras pensaba en que finalmente sí que habían cambiado los tiempos y por fin las mujeres (las madres) habían entendido aquello de la igualdad, no de derechos, sino de deberes para los dos sexos y justo en eso la orgullosa madre va y me jode el espejismo mental del que estaba disfrutando.
Continúa la cacatúa, (quiero decir, la señora): "Porque ya sabemos lo que son las mujeres de ahora, que no quieren atender a sus maridos y mi nene no sabe lo que le puede tocar. Mira que si se enamora de una mala pécora de esas, que sólo piensan en ellas, en estar trabajando en la calle en vez de estar en su casa como Dios manda, consagradas a su marido y a sus hijos..."

Obviamente, yo soy de esas. Sin ir más lejos estoy aquí escribiendo en un blog en vez de ocuparme de mi nido (de serpientes, se entiende).
Lo peor no es eso, a fin de cuentas, y para consolarse una, tendemos a decir que es normal que personas de  cierta edad sigan pensando como si aún viviéramos en las cavernas. No. Lo peor es que es algo que escucho día a día en personas de cualquier edad, de cualquier condición social. Se lo escucho a mis conocidos habituales: "Fulano se ha conseguido una novia que vale oro: plancha, lava, cocina, cose, hasta le ha pintado el piso, vamos, se ve que lo atiende bien". Y cuando he preguntado que qué hace él (cualquier hombre) a cambio para que podamos decir que también vale oro, la respuesta es alucinante: "Pues, él pone el dinero, él mantiene la casa ¿quieres más?"

Tócate-los...

Si vives sola y trabajas, pones el dinero y te ocupas de la casa. 
Si vives acompañada y trabajas, pones el dinero y te ocupas de la casa.
Se le puede poner música, pero seguirá desafinando. A ver esta otra:
Si vives acompañada, pones el dinero y te ocupas de las ollas es que eres gilipollas.

Y yo que pensaba que eso era cosa de dos. Si uno se queda en casa y el otro trabaja en la calle, pues que eche una mano cuando pueda. Pero si los dos trabajan fuera o los dos están en casa, señora gallina madre de los pollitos, espero de todo corazón que su nene caiga en las redes de una mala pécora y que usted viva para sufrirlo en primera fila.

Nadie lo ha dicho mejor que este magnífico grupo de rock chileno, Los Prisioneros, y su canción Corazones rojos. Con ellos esta mala pécora se despide hasta la siguiente.

Besos.




"En la casa te queremos ver lavando ropa, pensando en él,
con las manos sarmentosas y la entrepierna bien jugosa..."